miércoles, 12 de abril de 2017

After Ahora y Siempre

PRÓLOGO
En un futuro no muy lejano...



—¿Papi? —dice una vocecita en la oscuridad de mi dormitorio. Enciendo la lámpara de noche, y mis ojos se adaptan a la repentina luz que inunda la habitación. 


—¿Qué pasa, Olivia? 

Me incorporo y, al recordar que no llevo nada puesto, me cubro con la sábana hasta el pecho. Me vuelvo para observar a mi mujer. Tiene la espalda descubierta y está durmiendo boca abajo, desparramada, como de costumbre. Olivia      se frota sus ojitos marrones con la mano. 

—No puedo dormir. 

Un inmenso alivio me invade.

 —¿Has contado ovejitas? —pregunto. Últimamente le cuesta dormir, pero intento no preocuparme mucho al respecto. El pediatra dice que no es nada, sólo que no es capaz de desconectar su mente salvaje por las noches, cosa bastante normal a su edad. Olivia   asiente. 

—Y ponis. También he contado ponis. Uno azul, uno rojo y uno amarillo muy malo.

 Intento no echarme a reír. 

—¿Un poni amarillo malo? 

—Sí. Le ha robado la galleta al poni azul. 

La madre de mi hija se mueve en sueños, pero no se despierta. Le cubro la espalda con la manta por si se diera la vuelta. Miro a mi niña, cuyos ojos son igualitos que los míos, y soy incapaz de ocultar la gracia que me hace que tenga tanta imaginación. Es muy creativa para su edad; siempre está contando historias de princesas, duendes y otros seres fantásticos. Sonriendo, alargo la mano hacia ella, que se pasa el osito de peluche al otro brazo, y me la agarra. El pobre está hecho polvo ya. Menos a la escuela, lo lleva consigo a todas partes. Algunos días incluso me lo encuentro dentro del maletín cuando llego al colegio. 

—¿Y si nos reunimos en la cocina y me cuentas qué más ha pasado? —sugiero. Asiente, y le beso la mano antes de que la deje caer a un lado. —Voy dentro de un momentito, cielo —añado para poder ponerme unos pantalones. Olivia     mira a su madre, me mira otra vez a mí y se dirige hacia la puerta. Se vuelve. 

—¿Podemos comernos una galleta mientras hablamos? —pregunta mi pequeña negociadora. Es igual que yo, le encantan los dulces. 

Miro el despertador en la mesilla de noche. Son las doce y media, y mañana tiene colegio. Como profesor suyo de primero de primaria que soy, no tendría que permitirle tomar azúcar de noche...

—Porfi, papi... 

Sé que debería ser responsable, y que no debería acceder a un subidón de azúcar seis horas antes de que tenga que despertarse para ir al colegio. Su madre me va a matar, pero sé perfectamente que ella también cedería. Esos enormes ojos marrones y el osito de peluche en el brazo me recuerdan que no será una niña eternamente. Olivia aguarda con impaciencia. 

—Cógeme una a mí también. Voy enseguida. Pero elige las dos más pequeñas del tarro —le digo. Ella sonríee, como si no hubiese dudado ni por un momento que iba a decirle que sí. —Las más pequeñas, ¿vale? —añado sonriendo a mi vez. Olivia     asiente y sale del cuarto. Me levanto y agarro mi pantalón de chándal del suelo. 

—Blandengue —dice mi mujer con voz adormilada desde la cama. Me subo los pantalones por las piernas. 

—¿Estás despierta? —pregunto con fingida sorpresa. Se da la vuelta y se coloca los brazos detrás de la cabeza, con la sábana a la altura de la cintura.

 —Claro —responde, y una sonrisa adormilada se dibuja en su preciosa cara. 

—Cobarde —la provoco. 

—Pelele. —Sonríe, y yo intento no apartar los ojos de su rostro. Si me permito admirar el pecho desnudo de mi mujer, jamás saldré de este cuarto. Una vez vestido, apoyo la rodilla en el borde de la cama, me inclino y le beso la frente con suavidad. Cuando me aparto, tiene los ojos cerrados, y sus labios forman una plácida sonrisa. Salgo del dormitorio y, cuando llego a la cocina, sorprendo a Olivia con el osito de peluche colgando de una mano y una galleta enorme en la otra. 

—Ésa no parece la galleta más pequeña. —Abro la nevera y saco la jarra de leche. Ella sonríe, y su lengua asoma entre los huecos de los dientes que se le han caído ya. Crece demasiado rápido. 

—Creía que habías dicho las más grandes —me suelta con todo el descaro del mundo.



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y el otro libro que le prometí llego .... Gracias Mariiii ...
ahora paso a aclarar algo .. en esta adaptacion, 
Landon es PEDRO y
Nora es PAULA ... 

(y en la historia anterior 
Pau es ahora Tessa y Pedro es Handrin )

una nueva historia de amor aparece, esta muy buena,,, 

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